Europa ha emitido una serie de directivas para la eliminación del asbesto antes de 2028. Estas disposiciones normativas han sido trasladadas a todos los países de la UE para su puesta en marcha. Y aunque algunos países están retrasando su aplicación, el nuevo pacto verde para la transición ecológica y la reducción del impacto medioambiental indica que esto se convertirá en normativa. Es decir, se hará obligatorio y encarecerá estas operaciones de desamiantado.
El tratamiento y recogida del amianto necesitan de una formación especial. Además, debe ser retirado por profesionales correctamente equipados, y precisa de una posterior gestión para que este residuo perjudicial no suponga un posterior problema para las empresas. Ni por supuesto, conlleve peligro para la salud de sus trabajadores.
La sustitución de unos 600.000 metros cuadrados de tejados de amianto propone la articulación de «políticas encaminadas a la rehabilitación energética de dichas construcciones combinadas con la sustitución de las cubiertas de fibrocemento».
El amianto está presente en grandes cantidades y en diferentes tipos de construcciones desde los años 70. Sobre todo, en chimeneas y naves industriales, o en aislamientos construidos del llamado fibrocemento en depósitos, en pluviales o en conducciones. También lo encontramos masivamente en tejados en forma de la popular marca comercial uralita.
Asimismo, se usaba en sistemas de frenado, ignífugos para el ferrocarril y metro, instalaciones eléctricas o cubrimientos térmicos como los de hornos o calderas. Esto hace que nos enfrentemos a una gran cantidad de material calificado como peligroso que hay que ir sustituyendo para reducir los riesgos a la salud, hasta su eliminación.
Fuente: Medios de Comunicación